San Sebastián de La Gomera, Domingo, 27 de noviembre 2005
El evento más importante de esta semana fue la muerte de Carla, mi ex-mujer: Veinte años para bien y para mal, y tres niños. Con urgencia volví en Holanda para despedirme por última vez, y para vivir las ceremonias de despedida, juntos con todos: Los niños, las nietas, los amigos. Todos habían venido para recordar a esta mujer creativa y enérgica, muy sensible a las injusticias sociales, especialmente para niños con obstáculos para encontrar su lugar en la sociedad.
Hace unos años un infarcto le había debilitado gravemente el andar y el hablar. Le quedaba sólo su claridad y energía mental, en un cuerpo que no podía más. No fue en paz con su situación, pero gradualmente encontraba consolación en la pintura. Mantenía su vision optimista como prueba una de sus últimas pinturas.
Yo, para mí, aprendí que Carla no vive solamente en mi corazón, pero también en el de mucha gente que han encontrado su creatividad, su energía y, sobre todo, su amor.
Consolación