zondag 4 september 2005

Una gira al Norte

Eindhoven, Países Bajos, Domingo 4 de Septiembre 2005

Estoy en Eindhoven en Holanda. Es la ciudad donde viví antes de que me hice trotamundos hace once años. Es la ciudad donde vive Ghislaine todavía, y en su casa recibimos ayer nuestros amigos para celebrar mi setenta y seis cumpleaños. Llegué al Norte el miércoles pasado en Bruselas donde Ghislaine me esperaba.

Viajaba por el TGV, el tren Francés de alta velocidad viniendo directamente de Béziers. Más de su velocidad, no hay pérdida de tiempo para atraversar París, come antes, por taxi o por 'Métro' para llegar de la estación de llegada hasta la de salida. Es este caso de Gare de Lyon hasta Gare du Nord, que cuesta tiempo y arrestrar maletas pesadas dificilmente.

Es un resto de los tiempos de la diligencia, cuando en los alrededores de las ciudades fueron grandes terrenos para desenganchar, y cuadras para los caballos. En este época la continuación de tales grandes viajes el mismo día fue inconcebible, y lo encuentraron perfectamente normal de continuar el viaje al otro lado de la ciudad el otro día o más tarde. En esta tradición se conceptualizaban en el siglo XIX pas primeras estaciones de ferrocarril en las grandes ciudades Europeas: Como 'estación término'.

Cuando la cultura de viajar se modernizaba en el siglo XX, las grandes ciudades tenían muchas dificultades para adaptarse. Crear un camino transversal, lo ideal, fue generalmente imposible. Sin embargo, algunas lo hicieron con mucho esfuerzo, como Bruselas por ejemplo.

Rotterdam, durante su reconstrucción después la guerra, había sido "ayudada" por la destrucción casi total del centro urbano por el bombardeo por los Alemanes en 1940 --así como unas ciudades Alemanes por los bombardeos unos años más tarde por los Aliados-- para contruirse un camino ferrocarril transversal.

En París, después la guerra, se fiaban por muchos años a su sistema de Métro para resolver este problema, pero finalmente fueron obligados de crear una solución aun más radical: Una linéa férrea de alta velocidad evitando la conglomeración central, pero, por eso, aprovechar para conectar el grande aeropuerto Charles de Gaulle directamenta al red TGV.

Así hice este miércoles pasada los 1250km de Béziers hasta Bruselas en 6 horas y 35 minutos con pocas paradas, sin cambiar y con los trayectos de lo más moderno donde hicimos 300km per hora de verdad. Lo verifiqué con mi reloj: cinco kilómetros podía contar en un minuto.

Hoy volvemos en Francia. Ghislaine y yo. En coche. Para pasar unos días juntos, y con amigos, a Paris. Después nuestros caminos se separan otra vez. Ella vuelve a Eindhoven. Yo a Cessenon y continuo en un par de semanas a España. Los tardes y se alargan y mis instictos de pájaro de viaje ya se anuncian. Vuelvo a ver a Ghislaine en Noviembre cuando me visita en las Islas Canarias.

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